Creí…
Que Ud. estaba demasiado afectado
como para poder amar.
Me equivoqué.
Simplemente no pudo amarme.
Eso es bueno.
Me da gusto.
(Cita de Dra. Cameron en House)
Alguna vez me puse a pensar que todos los que escribimos tenemos algo de perdedores. Y no por eso le quito mérito a aquellos que deben su éxito al mundo de las letras, de lo ficticio, de lo irreal. Pienso, que cuando escribimos tratamos de armar un mundo ajeno a nosotros, que trata de ser nuestro. Pero todo eso es mentira, la realidad es una y no podemos hacer nada por cambiarlo: ni con mil poemas (mucho menos con tres blogs mal armados). Tal vez por ello Gabriel sea un poco perdedor. Por pensar que el mundo es como lo escribía, y que con ello se ganaría el amor de alguien que simplemente no lo quiso como creía. En su cabeza empezó a hilar historias, acontecimientos, amores, ilusiones y decepciones. Lo cierto era que su cabeza siempre le jugó una mala pasada. Siempre vio aquello que no era real, a pesar de todo fue bueno mientras duró.
-Me da mucha cólera que se subestime tanto.
-¿Quién?- Le pregunto mientras prendo la pipa con esas sobras añejas de cáñamo que quisimos prender.
-Camila. Siempre dice que es de esas personas que uno no olvida, pero pocos recuerdan.
-¿Y eso?
-No sé, creo que anda deprimida.- Le paso la pipa y logro callarlo.
Pienso que cuando está fumado es más feliz. A veces logra recordar lo que le pasa como si fuera algo cómico, o al menos lo hace con menos melancolía que de costumbre. Esos lentes color azul disipan la tristeza de sus ojos. Eso me alegra bastante, pues no me gusta verlo triste. Es un buen amigo y un pésimo escritor; pero me cae bien.
-Ayer le compré un libro. Pero mejor no se lo doy ¿no?
-¿A quién?- Siempre trato de hacerme el tonto, tal vez así se olvide del tema.
-A Camila, le compré un libro que un día me dijo que le gustaba.
-Déjalo ya. Hasta cuando seguirás con eso. ¡Ya fue!
Algunos días me preocupaba más que otros, pero sabía que era grave cuando no hablaba y se sentaba a fumar un cigarro solo.
-¿Qué te pasa?- Saco un cigarro y lo acompaño.
-Gonzalo me dijo que Camila es su novia. Me lo confirmó.- Seguía mirando el vacío, en espera de una respuesta, pero nada lo llenaba del todo.
-¿Y qué harás al respecto?
-Es lo peor de todo. Nada.
Le costó mucho trabajo asimilarlo. Pero lo logró con el tiempo.
-Antes me ponía a pensar en si me quería, o jugaba conmigo. Pero creo que era todo lo contrario.
-¿Cómo es eso?
-Todo lo contrario pues, o sea ni uno ni lo otro… Aj. Ya me hice bolas… ¿a qué iba?
-Ehm…-Estaba demasiado fumado para pensar con claridad- creo que decías que ni te quería, ni jugaba contigo.
-Ah eso. Es que es eso pues. No me quiso como pensaba, porque soy medio tonto. Pero jamás quiso hacerme daño tampoco. Creo que es como es. No supo manejar las cosas, o que se yo. Pero es una chica buena y ahora está feliz. Eso me pone feliz.
-¿Seguro?- Quise incitarlo, aún no sé porqué, a la contradicción.
-…- Hizo una mueca y alzó los hombros como símbolo de que ya no le importaba.- A veces con las mujeres es mejor no saber lo que es. Es mejor pensar poco y actuar mucho.
-Cierto. Muy cierto.
Es bueno saber que Gabriel pasó la página por fin. Sin titubear ni lloriqueos. Es un tipo que aprende lento pero seguro, o al menos eso me promete. Dice que prefiere prender un porro que arrancar flores esperando algo que no debía esperar. No es feliz, pero tampoco está triste; está en un extraño limbo, a la espera de una historia real, sin magia ni ficción, que lo haga feliz de una buena vez.
La pluma hace al escritor, pero no escribe su vida.
porque cuando uno sale de vaciones por fin puede escribir tranquilo.
te leo y seguro que maniana escribire yo.
[otro pingpong]
dos cosas:
-un limbo
-alguien real
eso me agrada.
unas chelas?
No sé en que medida se relaciona lo siguiente con tu post, pero una vez una profe dijo esto:
«Sócrates era muy feo. Lo que se quiere decir con esto es que si fueras tan guapo como Bertín Osborne o la hija de Julio Iglesias, estarías en un yate, metiéndote coca y follando. Es decir, disfrutando de la sensibilidad y no buscando la verdad en la Academia».
Carlos Fernández Liria – Facultad de Filosofía, UCM