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En el principio, la palabra oral fue la única encargada de transmitir información, el conocimiento se propagaba de generación en generación en forma de cuentos, mitos y demás representaciones que se reinventaban cada vez que se ponían en escena. Luego llegó la palabra escrita, y su irrupción en el mundo oral fue muy similar al que provoca la Internet en la era digital. Con ella se logró obtener avances en todas las ciencias sin precedentes, haciendo posible que la información perdure más allá del tiempo. Ahora, aunque sus detractores traten de negarlo, se ha vuelto a romper el paradigma; el paréntesis Gutenberg se terminó con la llegada de la Internet.

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Esta irrupción en nuestras vidas ha generado un debate muy válido acerca de los cambios que produciría este en nuestra forma de consumir, de leer, de explorar e interactuar. Dicha interferencia ha llegado a calar a tal punto que ha hecho que medios tradicionales de comunicación replanteen sus formas de generar información y de relacionarse con sus consumidores.

Una de las representantes más emblemáticas de esta ola de cambios en el periodismo es Arianna Huffington, escritora, columnista, directora y editor adjunto del sitio web más influyente de los últimos años: The Huffington Post. Su modelo de buen periodismo en la red ha desmentido el mito que se tenía del periodismo digital, cuando la red era aún joven y se creía que el trabajo en la web se restringía a la agregación.

Pero han transcurrido tres años y el ejemplo de Arianna ha demostrado lo contrario: que para que el periodismo perdure en el tiempo, es necesario que los medios tradicionales abracen y se adapten a las nuevas herramientas que ofrece el mundo digital, sin olvidar los valores del periodismo tradicional.

La fórmula de Arianna Huffington se resume en la siguiente frase “haz lo que sabes hacer bien, y el resto linkéalo”. Se trata pues de una integración de grandes cantidades de material añadidas por agregación, sumada a periodistas de calidad dedicados a la investigación de contenidos propios y un grupo importante de bloggers interesados en hacer sentir su voz.

Todo bien, pero la pregunta que falta hacer entonces sería: ¿Podrán los medios virtuales escaparse del yugo de las marcas que lo auspician? En la Internet existe un fenómeno que no ocurre en otro medio: que el ‘Long Tale’ del mercado, es decir todos los pequeños anunciantes que no pueden solventar un anuncio en televisión, son el insumo base de su publicidad.

Sin embargo la publicidad por Internet no ha sido desarrollada a totalidad, los usuarios no están del todo acostumbrados a las compras virtuales y hace falta de un nuevo modelo de negocios. Al menos en Perú, los esfuerzos de periodistas por trabajar independientemente se han visto volcados en el trabajo con instituciones que buscan solventar este tipo de proyectos, pero igual se ven bajo la influencia de un tercero. Habrá que inventar un modelo de negocio nuevo, fresco, que funcione en una plataforma inacabada como es la Internet, para que también se integre a este nuevo periodismo.

Y a mí ¿cuándo?

Termina la clase de gestión. De verdad siento que no puedo aguantar las cuatro horas a la semana de un curso tan aburrido. Me aburre. Siento que nada me ata, en lo más mínimo a él y me siento vacío, como si, de verdad, estuviera regalando mi plata a la universidad. No tengo nada contra los gestores, en efecto tengo muchos amigos que estudian esa carrera, pero no es lo mío. No lo es. Me despido de mi grupo de trabajo. Emily, Shirley y Jhoanna. Las tres son guapas, pero distintas. Diría que cada una tiene lo suyo, me inspiran confianza y parece que es mutua. Agarro mis cosas y me voy a la facultad de arquitectura. Pienso que probablemente me puedo encontrar con alguno de los amigos fumones que conocí en las últimas semanas, pero no encuentro a nadie. Ni uno. Me siento en un rincón, prendo el ipod de mi hermano, porque el mío se perdió –la verdad pienso que se lo robaron, pero no me importa-.

A lo lejos, una pareja hace de las suyas. “Por eso le llaman Paraíso”, pienso, “porque es el lugar perfecto donde uno puede hacer lo que a ojos de los demás no es apropiado: algunos fumamos, y otros se aman.” Un par de pitadas son suficientes para olvidar la desazón de estar en clases a las ocho de la mañana y me quedo pensando en la escena -casi casi sexual- que tengo enfrente. “Son suertudos. Suertudos, porque sí”. Seguramente no eran Adonis y Afrodita, pero parecían quererse con sinceridad. En el momento no importa si es la firme, o una trampa. Tampoco importa si le dedica el tiempo suficiente, o si la trata como una basura, porque aquellos momentos que se quedan grabados en mi mente son estos en los que se quedan mirando fijamente. Por un momento se inmutan.  Sólo dos o tres segundos, pero parece que es mucho más. Sonríen y se quedan dormidos. Toda una mierda cursilona de película hollywoodense, pero me gusta.

En ese momento lo re-pensé. ¿Y a mí cuándo? ¿Cuándo me quedare colgado de alguien sin estar colocado? Tal vez sea algo similar ¿no? Debe ser como estar un poco colocado por alguien. ¿Quién sabe? En el fondo estar enamorado te seda un poco, te atonta: es como estar colocado ¿verdad? “Quiero estar colocado” Le doy un par de golpes más a la pipa y me paro para irme a a almorzar. Prendo un cigarro y me voy. Colocado.

Araña

Lo peor del amor

Joaquín Sabina es el referente de millones de personas.
Sus sonetos, sus canciones, su forma de ver la vida.
Una frase mágica.
Cualquier cosa que hace Joaquín Sabina es especial
(Blog de Sabina)

 

 

http://www.joaquinsabina.net/2005/10/29/lo-peor-del-amor/

Sabina

No suelo publicar textos que no me pertenecen -a mi o a sandrita; aunque sandrita a veces creo que tambien me pertenece,- pero ya que talento, a veces, falta y a este tipo le sobra cojonudamente, pense en postear un poema del impresentable -porque se presenta solo-, indescriptible -porque palabras faltan- e indecifrable Joaquin Sabina.

 

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

(Joaquin Sabina, 2000)

 

Si lo quieren escuchar con sus propios oidos, ahi se lo dejo.

 

-Meganet Travel, buenos días. En que le puedo ayudar.- Reprodujo Martín automaticamente, sin pensarlo, cual robot.
-Buenas tardes joven, le hablamos de la agencia Meganet Travel, respecto al mail que nos mandó en la mañana.- De imediato Martín gesticuló una sonrisa llena de encanto, había reconocido la voz de Jimena, su novia y compañera de trabajo.- queriamos confirmar su pedido.
-Que pedido desea hacer señorita María?- decidió seguirle la corriente, y luego pensó, María? Por que no se me ocurrió un nombre mas encantador?
-Un paquete doble a Ica, cierto?
-A Ica, entiendo, en que fechas desea hacer el viaje?
-Del dos al ocho de marzo, estoy en lo correcto?
-Entendido. Desea que haga la reservacion en el hotel?
-En que hotel desea hospedarse?
-Como usted desee señorita María, haremos una reservación en el Hotel Las Dunas.
-Perfecto señor Jhonny.- “ves? Ella tiene mas imaginación”, pensó Martín, le estaremos enviando la confirmación via e-mail.
-Un gusto poder ayudarla señorita Maria, tenga unas lindas vacaciones.
-El placer es mio, hasta una nueva oportunidad.

Ambos colgaron, casi casi cronometradamente. Rieron en silencio y siguieron con su trabajo. Martín pensaba que no habria tenido mas suerte de encontrar un trabajo tan reconfortante del que obtubo hace seis meses. Cuando lo llamaron de la agencia no estaba del mismo humor, pues pensaba que la paga era muy poca para lo que tenia que aguantar. Al cabo de diez minutos recibio un cortísimo mail.
From: jmmeganet@travel.com
To: mrmeganet@travel.com
Fecha: 3 de julio del 2011 15:15
Te amo. Gracias por todo.

De inmediato le respondió, de manera corta tambien.
From: mrmeganet@travel.com
To: jmmeganet@travel.com
Fecha: 3 de julio del 2011 15:19
Veras lo genial que lo pasaremos en Ica, lo peor que puede pasar es que nos quedemos en el hotel los siete dias.
Te amo.

Llego a la empresa un siete de enero. Había comprado una corbata nueva y se puso la camisa de su hermano, el ingeniero. Pero, aun as, se sentía un poco impresentable. Los zapatos estaban bastante viejos y el pantalón le quedaba un poco suelto. Le pareció que empezaba a parecerse a el, su hermano, sintió un viento helado que le recorría las venas y salió apurado.

Cuando llegó a la agencia, para la entrevista, lo recibió el jefe en persona. Walter Delgado, sobrino del primo de su padre. Pensó que la relacion familiar era tan lejana que seria implacable con el, y así fue. Le preguntó acerca de su vida con minusiocidad; a veces, preguntaba dos veces lo mismo para cersiorarse que no estaba mintiendo. Martín sudaba mucho, pese a que decia a verdad se sintió muy incómodo.

Cuando salió de la oficina, luego de pasar la entrevista, casi casi, satisfactoriamente -porque para el señor Delgado nadie es perfecto- y obtener el empleo, corrió estrepitosamente al baño. Sentía que el sudor y la incomodidad lo estaban matando, por eso se lavó el rostro maniaticamente.

Al salir del baño, mas relajado, se cruzó por primera vez con Jimena Mazzini, del area de ventas de paquetes internacionales y volvió a sentirse tenso. Llevaba una blusita celeste que hacia juego con el sastre de la empresa, que personalmente mandó a confeccionar el señor Delgado. Martín se quedó congelado por unos segundos al ver la sonrisa perfecta con la que Jimena lo saludó al pasar y se enamoró instantaneamente de esos risos dorados que se agitaban al son de sus pasos. Martín sacó un pañuelo para secarse el sudor frio que pasaba por su frente y siguió caminando hacia la puerta apresuradamente.
-Rojas!- Exclamó el señor Delgado.
-Diga señor Delgado.
-Mañana a las ocho en punto.
-Ni un minuto despues señor Delgado.- se llevó la mano a la frente y se despidió con saludo marcial.

Al salir, escucho el sonido de la risa de Jimena Mazzini y el sudor empezó a salir como chorros de agua. Corrió a la salida y tomó el autobus que lo llevaba a su casa. No lograba relajarse, asi que sacó su MP4 para escuchar musica y olvidar que la tendría que ver todos los dias hasta que empiecen las clases, en Marzo, pero no lo consiguio; al parecer el aparato confabulaba contra el y le ponía una lista de canciones que solo le hacian pensar en Jimena: Sos tan fashion, de Kevin Johansen, Numb, de Nirvana, November Rain, de los Guns and Roses.

Se tomó todo el dia para pensar si renunciar al trabajo sería, despues de todo, una buena idea. No quería aguantar la incomodidad de trabajar con el señor Delgado y la frustración de no poder conquistar a Jimena jamas. Se tiro en su cama a pensar hasta que logró quedarse dormido.

Aviso al lector: Por problemas tecnicos no volvere a tildar en un buen tiempo. El teclado que tengo no posee tildes ni version en espanhol, y hacerlo manualmente me causa flojera. Ademas, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.


Sonrisa de Mona Lisa

¿Cuántas horas han pasado? ¿Tres, cinco? ¿Cuántos libros has leído? ¿Cuarenta y cinco? El cansancio le quita el aliento a tu sonrisa, y me pongo a pensar en qué escribir. Te frotas los ojos, casi piensas que no puedes. Yo te miro- por la ventana porque tengo miedo- te miro sin saber porqué y trato de darte fuerzas en mi mente. Y te imagino.

Te imagino corriendo con esa cámara nueva, te imagino con ella en las manos. Tus ojos están brillando, y no saber aún que hacer con ella. En un momento te logras quedar estática y sonríes. Sólo eso logro ver, el aparato no evitaba que viera tras tus ojos; pero tu sonrisa debeló la alegría que sentías, lo feliz que eras por ese instante. ¡Clic! Suena una y otra vez y yo volteo mi rostro empalidecido.
-No me gustan las fotos.- reprocho apático, no por molestia sino porque estaba en un terrible y cómodo trance.
-No seas una nena y sonríe.- Tu sonrisa arrasó con mi descontento y se dibujó una mueca parecida a la sonrisa en mi rostro. Tú no dejabas de reír y tu sonrisa me volvió a dormir.

-Sonríe.- te digo. Vuelvo a la realidad y te veía ahí, desganada. Recuerdo que no te recordaba así, en mi mente no había registro de esa sensación de incomodidad y descontento en la que te veo. Entonces recordé la canción de Louis Armstrong, When you are smiling. Llevé la Laptop a tu lado y te la dejé. Volteas confundida y te dejo un beso en la cabeza.
-Sonríe. Insisto.- doy media vuelta y me voy.

Sería bueno que, también, le hechen una ojeada al comercial.

 

Todos los años, un día como hoy, le dedico el post a mi pequeña, inteligente, bella e intrépida hermana. Pienso que se merece ese homenaje y que hacerlo cada año de mi vida es una buena idea. Este año no dejaré de hacerlo, de publicar un post más o menos relacionado a ella. Este año me he quedado sin ideas, pero no sin ganas de escribir algo decente para ella.
Desde aquí le mando un saludo, un beso y un abrazo.

Cuando el señor Martínez se compró su nueva Laptop, Pedro y Fernando empezaron a salivar. Se imaginaban a sí mismos comprando algún celular o gorra nueva, imaginaban la cantidad de hierba con la que se podían hacer, imaginaban mucho; pero no sabían cómo lo harían. En el fondo, no eran delincuentes comunes; eran una especie de Don Quijote y Sancho Panza, unos Batman y Robin; muchachos aventureros cansados del trajín diario. Eran tipos con muchos huevos y poco cerebro, por eso siempre acudían a Jorgito: un ayacuchano escuálido cuya creatividad y frialdad eran tal que siempre tenía en la palma de la mano a los matones del salón. Nadie sabía porqué, pero Jorge era la mente maquiavélica de la pandilla.

El señor Martínez, sin embargo, no hacía muy fácil la labor de Jorge. Teófilo Martínez es el profesor más metódico y frívolo del Colegio Politécnico del Callao. Algunos alumnos, como Marianita, pensaban que el Señor Martínez era un robot, o una especie de alienígena; porque todos los días hacía lo mismo sin error alguno. Siempre encontraba a quién sea en falta. Siempre era tan estricto, tan inhumano. Jorge no pensaba así. Pensaba que siempre es posible buscar una debilidad de la cual cogerse; por más extenuante que sea esta labor.

Jorge empezó a seguir al profesor todos los días durante quince días. En una libreta anotaba todo lo que hacía: cuándo se separaba de la máquina, qué hacía cuando se separaba de ella, dónde la guardaba, cuánta seguridad tenía cuando se iba. No encontraba ningún hueco, y eso empezaba a molestarle.
-El tío este no tiene punto débil.- le confiesa Jorge a los muchachos.
-Es imposible que ese chato garganta de lata no se separe nunca de ella.- Increpó Fernando. Siempre impaciente.
-No podemos ir y asaltarlo nada más.
-Claro que podemos.
-Calla cholo huevón.- Se molesta Pedro, que estaba escuchando.- Lo que debemos hacer es esperar a que cometa un error. Uno pequeño. En ese momento se la quitamos.
-Eso es lo que estoy diciendo hace rato, pero no hay punto ciego. Siempre que va al baño la guarda en su oficina con llave. Entrar y robarla es delito, y a mí no me gustan esas cosas.
-Chato, ya quedamos que no haríamos eso. Tranquilo.- Lo calma Pedro; ya que cuando Jorgito se altera, se empieza a enfermar por el asma.- Sólo nos queda esperar.

Esperaron con paciencia por casi un mes. El señor Martínez empezaba a sospechar del especial interés que mostraban los muchachos desde que se hizo con la Laptop. Era un interés sutil, pero perceptible; y Teófilo ‘Robocop’ Martínez podía verlo todo, pensó. Pero ninguna persona es ajena a los trucos de Pedro.

Los muchachos se habían cansado de esperar y notaron que podían usar la mala maña del profesor de decomisar las gaseosas de los alumnos para tomársela frente a todos. Podían usar esa indeseable actitud a favor de ellos. Jorge la detectó, e ideó el plan para poder hacerlo todo sin que parezca que fueron ellos; tenía el plan perfecto y estaba convencido de ello. Sin embargo no todo es como parece, todo plan tiene sus complicaciones.

 

Algo parecido al Alzheimer

A veces, cuando quiero recordar cómo llegué aquí, sólo llego a acordarme que no recuerdo nada de lo que pasó más allá de tres años atrás. No tengo buena memoria francamente, por eso a veces olvido que duermo casi en la calle y me siento tranquilo por un minuto; sólo un minuto. El cuarto que habito apesta a muerto, a veces sueño que soy yo el que morí, o al menos mi alma. No recuerdo bien quién soy, cuando los médicos trataron de diagnosticar mi mal, ya era muy tarde. Pienso que los medicamentos que tomo no surgen efecto, cada día me olvido más de las cosas.

La quimioterapia quitó rastro de bello en mi piel, mis ojeras pesan tanto que cierran mis ojos todo el día, me duele todo cuando estoy despierto y lo único que me sigue calmando son las dosis de marihuana que me recetó el médico luego de empezar con la quimio. Es irónico, después de llevar la vida de la manera que, me dijeron, llevé, luego de tantas rolas y jaladas, luego de vivir cada fiesta como la última, luego de haber estado stone de tal maneras por las tardes, que no recordaba un almuerzo en el que me sentara a la mesa lúcido, me vengan a recetar dosis de marihuana medicinal. Es curioso ¿no?

Estoy en mi casa todo el día, y a veces, mientras converso, olvido de que estaba hablando. Cuando el médico me dijo que era “algo así como el Alzheimer” me quedé privado, dejé los estudios y me deprimí más aún. A veces olvido porqué estaba deprimido. O de que estoy enfermo. A veces sólo lo recuerdo cuando no recuerdo las cosas.

Lo bueno es que tengo una novia. Una muy linda, de cabello marrón ondulado y mirada pícara.  No sé qué música le gusta, pero seguro que le gusta alguna. Dicen que le estudia algo relacionado a pacientes, creo que le dicen doctora algo, pero me tiene sin cuidado. No recuerdo nunca su nombre, pero creo que la quería mucho, o al menos eso pienso. Todas las noches me cuenta una historia, dice que se parecen a las que vivíamos, pero que ella siempre exagera. Viene cuando se pone el sol, luego de su clases en… no recuerdo donde. Y prepara café con leche y tostadas con mantequilla. Lo hace con mucho amor, o eso parece. Aún no se porqué viene seguido, pero… ¿A qué iba?

Al llegar la noche a veces sueño. Sueño que todo es diferente y que lo recuerdo todo, que acabé la universidad y que soy periodista, porque la chica que viene todas las noches siempre me dice que soy periodista. Sueño que tengo una casa pequeña y un café en la avenida Larco, ella siempre cuenta historias del café de la avenida Larco.

Quiero volver a tener mi vida, pero no recuerdo muy bien cual era…. ¿A qué iba?

 

Cartwheels

La mañana estaba muy soleada y nunca me gustó mucho el sol. Los grandes ventanales del nuevo departamento dejaban entrar demasiada luz, me obligaron a despertarme a regañadientes. No estaba de buen humor; dentro de mí había especie de mal humor y nostalgia. Nostalgia por el reencuentro de hace unos días con Pamela, la novia que recuerdo con mayor cariño. Había terminado con ella hace unos años, y me resistía a creer que fue un error.
-¿Será que me equivoqué tanto?- me preguntaba.

Nos encontramos porque los editores de Gente querían organizar un campeonato deportivo inter-áreas para que los trabajadores liberen un poco de estrés. Pamela trabajaba en el área de fotografía encargándose de las fotos culturales, y había llegado al evento con un grupo de colegas. Se veía feliz y radiante. Su cabello mostraba que estaba llevando una vida bastante ligera y despreocupada. Tenía ese look natural que, recuerdo, me gustaba bastante. Pienso que siempre me interesó la actitud despreocupada de Pamela, y lo graciosa e inteligente que era. A pesar de la pequeña diferencia de edad, creo, que la admiraba un poco, de alguna manera tramposa lo hacía.
-Los años te han vuelto ingrato Martín.- Me increpaba Pamela con una sonrisa.- Ya no sabes saludar.
-Estuve entretenido con el partido, lo siento. Dime, ¿cómo has estado? Te veo feliz.
-Nada, estoy tranquila nomás. Lo que pasa es que en mi área no nos explotan como locos y nos pagan mejor.

No pude levantarme hasta que la idea se disipó de mi cabeza, al cabo de diez minutos. Sentía que, además de tener el aliento pastoso, mi orgullo me exigía olvidar un poco el tema; pero durante lo que vino del día la idea regresaba más de una vez. En el ascensor de la entrada, mientras redactaba la entrevista con el virtual alcalde de San Miguel, después de almuerzo, en el camino de regreso al departamento, antes de dormir.

[Lima, dos años atrás]
-¿Cómo haces lo haces?
-¿Cómo hago qué?- Le pregunto confundido. Habíamos terminado de ver el nuevo capitulo de la segunda temporada de Dr. House. Ella hacía zapping en la tele y yo la miraba recostado en sus piernas.
-¿Cómo haces conquistarme si eres una nena engreída?- Estaba un poco cansado por haber logrado entrar a la redacción de la revista y la universidad terminaba de liquidar lo último de mi aliento.
-¿Tan nena soy?- Pamela, como todos los viernes, había preparado almuerzo en su casa y me reservaba una tajada de pie de manzana. Ella decía que lo hacía con cariño, pero yo seguía insistiendo en que quitarle la comida a su hermano no era lo más prudente.
-Lo eres. Pero peor es nada. Al menos tengo un novio que dice que soy la mujer más linda del mundo- en tono irónico.
-…- Me quedé mirando al vacío y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
-¿De qué te ríes, NENA?- Empezó a fruncir el sueño por imaginar de qué me reía
-Que, al fin y al cabo, no necesitas un novio que te diga que eres la mujer más linda del mundo. Lo eres.- Entonces olvidó la molestia y superó mi sonrisa con la suya; que por cierto es más linda.

Después que terminamos traté de no verla directamente, ni escuchar de ella en los pasillos de la revista. Cuando tenía que pedirle al área de fotos algún fotógrafo, rogaba porque no tenga que ser Pame. Sin embargo ella ya se había encargado de eso y nunca aceptaba ninguna petición que mandaba por correo.

[Lima, hoy]
Había pasado una semana desde que me la crucé en el inter-áreas. La frecuencia de su recuerdo se redujo bastante, sin embargo no seguía del todo cómodo. En las reuniones con los amigos del trabajo me había dado cuenta que siempre era el mal tercio. Todos mis buenos amigos decentes tenían una relación estable y, en el peor de los caso, ya estaban casados. Cuando me dí cuenta de ello, terminé de almorzar, cogí el teléfono y marqué su número.
-¿Aló?

Insuficiencia

[Sábado. Sala de una casa. Atardece.]
Debo reconocer que no es grato para mí reconocer lo que, un sábado a las cinco de la tarde resolví. Estaba escuchando una canción de Sabina, leía el libro de RC Nunca confíes en mí, y recién terminaba de fumar un poco de hierba que tenía guardada. Sé que es complicado imaginarse la figura de alguien haciendo todo a la vez, pero no viene al caso explicar porque lo hacía. Entonces se me vino a la mente una conversación que tuve con una amiga hace unos días.

[Miércoles. Bus. Camino a la Av. Arequipa. Medio día.]
Aquel día la fui a recoger a la Alianza Francesa de Miraflores y que era uno de esos días raros del clima limeño en los que salió el sol. Estaba un poco retrasado pues no sabía exactamente cuánto demoraba el trayecto de mi casa a la Alianza, pero ella, gustosa, me esperó. Mientras Sofía cruzaba la calle pude darme cuenta que cuando los rayos caían sobre ella se veían más intensos que de costumbre. Estaba más radiante de lo que me acordaba. Llevaba ese saco que tanto usa y el cabello alborotado.

La salude con cariño, como siempre lo hago. Y empezamos a caminar y charlar. Ella me contaba sus problemas cotidianos y yo la escuchaba con paciencia. La trataba de entender, cosa que últimamente no me parece tan difícil como antes, y le comentaba lo que pensaba de ello. Sus problemas con José Enrique me parecían comprensibles, pues ambos son bastante locos de diferentes formas. La forma de ser de Sofía siempre le traía problemas personales. No por mala ni por puta, simplemente es diferente al resto. José también es un poco diferente, pero mientras hablaba con ella me di cuenta que, incluso siéndolo (me refiero a lo loco), busca algo convencional. Racional, justo y cursi; pero convencional. Normal.

No sabía cómo colmar las dudas de Sofía, pero ella poco a poco las saldaba sin ayuda.
-Pienso que el problema conmigo es que siento que, por más que lo intente, soy insuficiente.
-¿Insuficiente?- La interrumpo, pues no entendía su punto.
-Sí. Para él, mis padres. Todos en realidad.
-Ohm…- me preocupó la forma en como lo dijo. Por eso no dije mucho. –Entiendo…
-No me mal interpretes. No es que quiera que todo el mundo esté feliz conmigo y de acuerdo con todo lo que diga. Sólo que no me parece cambiar tanto para estar bien con alguien. No puedo estar diferente para hacerlos feliz. ¿No?

La observé por un tiempo y le tendí un abrazo cariñoso. Dándole a entender que estaba, de cierto modo, de acuerdo con ella.

[Sábado. Sala de una casa. Anochece.]
Me di cuenta de dos cosas: La primera, que la gente normal suele empezar a cambiarse para salir. Posiblemente, de ser normal, debería empezar a hacer planes para salir algún fin de semana. De ser normal debería invitar a salir a alguien que me interese, o hacer de compinche de alguien para aventurar por las noches limeñas –noches tan cargadas de alcohol y diversión nada sana-. Entonces empecé a notar que tampoco soy tan normal. Luego, me puse a pensar en lo que me advertía Sofía. Que la gente, usualmente, espera mucho de uno. Los padres quieren que sus hijos fueran como se los imaginaron. Esperan ingenieros, abogados, médicos o algo más o menos exitoso. Que los amantes esperan una persona que se adapte más o menos a uno, que lo quiera y que aguante sus cojudeces. Que los amigos esperan siempre de uno fidelidad y confianza. Normalmente la gente no espera que sus amigos vayan por ahí apuñalándolos, siéndoles desleales, o los amantes no esperan que sus parejas anden por ahí viviendo su vida sin mostrarles cariño y comprensión. Y, definitivamente los padres no esperan que uno sea un vago o un aventurero, una persona que viva la vida con espontaneidad sin que le importe mucho lo que viene. La gente espera algo de uno. Y con frecuencia, ese algo no es lo que somos.
Por eso, no muy deseoso de reconocer lo que resolví esta tarde, hago un llamado a todos esos padres, amantes, amigos lectores de este blog -los cuales, asumo, son unos pocos- a que no esperen nada de sus hijos, parejas o amigos. Les invito a prometerse a algo que, aunque me cueste reconocer, le prometí a Sofía: “Prometo prometerte NADA”.

Un saludo a uds.

Roberto.

Les paso el video del trailer del libro de RC que andaba leyendo mientras se me ocurrió esta insensatez